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Como todos los 1 de noviembre, Leyre se disponía a salir disfrazada de fantasma para celebrar el Día de todos los Santos. Ella solo necesitaba una sábana blanca con dos agujeros para los ojos y ya estaba lista para salir a la calle y asustar a los vecinos y amigos.

Pero antes de salir, ella recordó que tenía que pasar por la biblioteca, necesitaba información sobre Napoleón para terminar su trabajo de Historia.

Al entrar en la biblioteca, se percató de que no había nadie, solo estaba el señor Ramón y se sentó en una de las mesas, dejó sus cosas y se dirigió a las estanterías repletas de libros en busca de alguno que le proporcionara información sobre su trabajo.

Ensimismada en su búsqueda, la luz de la biblioteca comenzó a titilar y un extraño escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Nerviosa, cogió un libro al tuntún y se dirigió a su mesa, pero se quedó petrificada cuando vio a un niño pelirrojo de tez muy pálida, ojeroso, sentado en su silla cabizbajo.

Leyre se acercó al muchacho con curiosidad:

  • ¡Ey! Hola, ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
  • Hola, saludó el muchacho. ¿Puedes verme?

 En ese momento el señor ramón entró en la sala y le dijo:

  • Leyre, ¿con quién hablas?

Cuando Leyre dirigió su mirada hacia el lugar donde estaba el muchacho, comprobó que allí no había nadie. Aterrorizada, salió corriendo de la biblioteca.

SORAYA CANO LOAIZA, ESPA II