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Parte del impacto de la Literatura lo encontramos en la importancia significativa de sus textos, estos vuelven a través del tiempo y se tiene la sensación de que se acaban de escribir, es lo que ocurre con las lecturas de El Quijote, que siempre nos enseña y nos recuerda que estamos vivos y que lo que pudimos pensar ayer, aún hoy está presente porque no es una moda sujeta a la provisionalidad del instante y es precisamente eso, su universalidad, su atemporalidad, su inmediatez increíble entre muchos otros aspectos, lo que hace de este libro la GRAN NOVELA MODERNA.

Porque nos gusta y porque nos divierte y porque aprendemos y nos asombramos de ello, es por lo que sentimos la necesidad de escribir qué nos llama la atención.

Compartimos aquí algunos textos más que presentes en nuestro ideario textual, estos nos invitan a reflexionar y a enfrentarnos a nuestro pensamiento más íntimo, así estamos un poquito más cerca de Cervantes.

 

LA MUERTE DE DON QUIJOTE

 Y, volviéndose a Sancho, le dijo:

 —Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.

 —¡Ay! —respondió Sancho llorando—. No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros y el que es vencido hoy ser vencedor mañana.

 —Así es —dijo Sansón—, y el buen Sancho Panza está muy en la verdad destos casos.

 —Señores —dijo don Quijote—, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía, y prosiga adelante el señor escribano.

 »Iten, mando toda mi hacienda, a puerta cerrada, a Antonia Quijana mi sobrina, que está presente, habiendo sacado primero de lo más bien parado della lo que fuere menester para cumplir las mandas que dejo hechas; y la primera satisfación que se haga quiero que sea pagar el salario que debo del tiempo que mi ama me ha servido, y más veinte ducados para un vestido. Dejo por mis albaceas al señor cura y al señor bachiller Sansón Carrasco, que están presentes.

 »Iten, es mi voluntad que si Antonia Quijana mi sobrina quisiere casarse, se case con hombre de quien primero se haya hecho información que no sabe qué cosas sean libros de caballerías; y en caso que se averiguare que lo sabe y, con todo eso, mi sobrina quisiere casarse con él y se casare, pierda todo lo que le he mandado, lo cual puedan mis albaceas distribuir en obras pías a su voluntad.

 »Iten, suplico a los dichos señores mis albaceas que si la buena suerte les trujere a conocer al autor que dicen que compuso una historia que anda por ahí con el título de Segunda parte de las hazañas de don Quijote de la Mancha, de mi parte le pidan, cuan encarecidamente ser pueda, perdone la ocasión que sin yo pensarlo le di de haber escrito tantos y tan grandes disparates como en ella escribe, porque parto desta vida con escrúpulo de haberle dado motivo para escribirlos.

Cerró con esto el testamento y, tomándole un desmayo, se tendió de largo a largo en la cama. Alborotáronse todos y acudieron a su remedio, y en tres días que vivió después deste donde hizo el testamento se desmayaba muy a menudo. Andaba la casa alborotada, pero, con todo, comía la sobrina, brindaba el ama y se regocijaba Sancho Panza, que esto del heredar algo borra o templa en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el muerto.

En fin, llegó el último de don Quijote, después de recebidos todos los sacramentos y después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías. Hallóse el escribano presente y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu, quiero decir que se murió.

Viendo lo cual el cura, pidió al escribano le diese por testimonio como Alonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente «don Quijote de la Mancha», había pasado desta presente vida y muerto naturalmente; y que el tal testimonio pedía para quitar la ocasión de que algún otro autor que Cide Hamete Benengeli le resucitase falsamente y hiciese inacabables historias de sus hazañas.

 

Una escena real, representada en el testamento y en la cercanía del amigo, mucho tiempo escudero, Sancho Panza. Es muy representativa la voz de este, la interjección de pena del momento: ¡Ay!, respondió Sancho llorando. Aquí se muestran sus sentimientos y emociones reales y eso me hizo pensar sobre qué personas de las que consideramos "amigos/as" estarían con nosotros en un momento extremo de la manera en que Sancho lo hace.

No solo en este texto, sino a lo largo de todo el libro vemos cómo ambos adoptan comportamientos de mucha cercanía el uno con el otro hasta llegar a influirse en sus actitudes (sanchificación/ quijotización). Eso solo es posible si compartimos nuestro tiempo con los demás, de manera sincera y generosa, por eso considero que debemos ser conscientes sobre a quiénes les estamos ofreciendo nuestro tiempo, ya que, aunque no nos demos cuenta o no haya sido nuestra intención, los patrones de comportamiento, algunos hábitos, manías, puntos de vista, etc… que tienen las personas con las que pasamos mayor tiempo, los vamos obteniendo casi sin darnos cuenta. No hay mayor acto de amor.

ESMERALDA QUIRINO, 1º de BACH AC

 

Me gusta este fragmento porque muestra el gran cariño que estos dos personajes se tienen entre sí, se entienden, son amigos y compañeros de aventuras, de vida. Con ello siento la importancia de la amistad. Me gustaría tener un amigo tan fiel como Sancho y una amistad tan pura y verdadera como la que ellos se muestran, donde el interés vacío no tiene cabida.

JOSÉ PÉREZ, 1º de BACH CD

 

DISCURSO DE LA PASTORA MARCELA

Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera que, sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura; y, por el amor que me mostráis, decís, y aun queréis, que esté yo obligada a amaros. Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama. Y más, que podría acontecer que el amador de lo hermoso fuese feo, y, siendo lo feo digno de ser aborrecido, cae muy mal el decir “Quiérote por hermosa; hasme de amar aunque sea feo”. Pero, puesto caso que corran igualmente las hermosuras, no por eso han de correr iguales los deseos, que no todas hermosuras enamoran; que algunas alegran la vista y no rinden la voluntad; que si todas las bellezas enamorasen y rindiesen, sería un andar las voluntades confusas y descaminadas, sin saber en cuál habían de parar; porque, siendo infinitos los sujetos hermosos, infinitos habían de ser los deseos. Y, según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario, y no forzoso. Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? Si no, decidme: si como el cielo me hizo hermosa me hiciera fea, ¿fuera justo que me quejara de vosotros porque no me amábades? Cuanto más, que habéis de considerar que yo no escogí la hermosura que tengo; que, tal cual es, el cielo me la dio de gracia, sin yo pedilla ni escogella. Y, así como la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata, por habérsela dado naturaleza, tampoco yo merezco ser reprehendida por ser hermosa; que la hermosura en la mujer honesta es como el fuego apartado o como la espada aguda, que ni él quema ni ella corta a quien a ellos no se acerca. La honra y las virtudes son adornos del alma, sin las cuales el cuerpo, aunque lo sea, no debe de parecer hermoso. Pues si la honestidad es una de las virtudes que al cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada por hermosa, por corresponder a la intención de aquel que, por sólo su gusto, con todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda?

«Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos. Los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras. Y si los deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo ni a otro alguno, el fin de ninguno dellos bien se puede decir que antes le mató su porfía que mi crueldad. Y si se me hace cargo que eran honestos sus pensamientos, y que por esto estaba obligada a corresponder a ellos, digo que, cuando en ese mismo lugar donde ahora se cava su sepultura me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad, y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los despojos de mi hermosura; y si él, con todo este desengaño, quiso porfiar contra la esperanza y navegar contra el viento, ¿qué mucho que se anegase en la mitad del golfo de su desatino? Si yo le entretuviera, fuera falsa; si le contentara, hiciera contra mi mejor intención y prosupuesto. Porfió desengañado, desesperó sin ser aborrecido: ¡mirad ahora si será razón que de su pena se me dé a mí la culpa! Quéjese el engañado, desespérese aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas, confíese el que yo llamare, ufánese el que yo admitiere; pero no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito».

«El cielo aún hasta ahora no ha querido que yo ame por destino, y el pensar que tengo de amar por elección es escusado. Este general desengaño sirva a cada uno de los que me solicitan de su particular provecho; y entiéndase, de aquí adelante, que si alguno por mí muriere, no muere de celoso ni desdichado, porque quien a nadie quiere, a ninguno debe dar celos; que los desengaños no se han de tomar en cuenta de desdenes. El que me llama fiera y basilisco, déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata, no me sirva; el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta desconocida ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera. Que si a Grisóstomo mató su impaciencia y arrojado deseo, ¿por qué se ha de culpar mi honesto proceder y recato? Si yo conservo mi limpieza con la compañía de los árboles, ¿por qué ha de querer que la pierda el que quiere que la tenga con los hombres? Yo, como sabéis, tengo riquezas propias y no codicio las ajenas; tengo libre condición y no gusto de sujetarme: ni quiero ni aborrezco a nadie. No engaño a éste ni solicito aquél, ni burlo con uno ni me entretengo con el otro. La conversación honesta de las zagalas destas aldeas y el cuidado de mis cabras me entretiene. Tienen mis deseos por término estas montañas, y si de aquí salen, es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera”

 

Me siento identificada con este texto como mujer y como persona libre.  Aquí, Marcela defiende la idea del amor en pareja como una decisión de ambas personas que deciden dar rienda suelta a sus sentimientos de cariño mutuo. Sin embargo, a ella, el sentimiento de amor pleno solo le ocurre con el campo y vivir en este en plena soledad es lo que le produce paz y libertad. Defiende con total rebeldía y sinceridad este asunto, pues la sociedad con sus convenciones tiende a emparejar a jóvenes mozas con hombres con posibles por mera tradición.

Precisamente eso es lo que admiro en ella, su fortaleza y valentía para hacer frente a las habladurías de los otros a pesar de la cerrazón de aquella época. No le importa lo que piensen y digan de ella, pues tiene amor propio, se quiere y se respeta a sí misma, repitiendo en varias ocasiones que no tiene la culpa de ser hermosa y atraer a los hombres por ello y muchísimo menos se hace cargo del suicidio de su enamorado, Cardenio, que lo ha hecho debido al rechazo de ella, ¿o es que se iba a sacrificar por complacer los deseos de otro? Que hubiera tenido ese muchacho el mismo amor propio que tiene Marcela y así no se habría dejado llevar por el sufrimiento del desamor.

Volviendo a mi identificación con ella, todas-os sabemos que cuando cumplimos una cierta edad nuestros mayores siempre nos preguntan sobre la pareja, nos quieren emparejados- as, pues ya toca. Una convención como otras muchas que me enfada, pues no la comparto. Marcela es una mujer adelantada a su tiempo, sus ideas rebeldes, claras y mostradas sinceramente así la hacen, tiene un gran cariño a sí misma y aprecia su personalidad.

Por todas estas razones, opino que hay que ser muy valiente para defender la libertad propia de manera tan firme y precisa en aquella época tan oscura.

CRISTINA BERMÚDEZ, 1º de BACH CD

 

Este es un monólogo impactante por parte de una pastora, Marcela, que esconde un mensaje muy importante, pues reivindica la importancia e independencia de la mujer.

Explica cómo ella se siente orgullosa de quererse y de no necesitar a nadie más, además no es culpable de su deslumbrante belleza y de ser una mujer deseada y con poder. Por todo esto, creo que es un texto excelente. La frase que más me ha gustado es: Yo nací libre y para poder ser libre escogí la soledad de los campos, ahí es donde realmente se destaca la fortaleza de la mujer, pues era esta una época en la que resultaba muy complicado lograr cualquier tipo de libertad, más aún la femenina.

LUCÍA GÁMIZ, 1º de BACH AC

 

¿GIGANTES O MOLINOS?

En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

–La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

–¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza.

–Aquellos que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

–Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas:

–Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.

 

Este texto es muy especial para mí, me marca, pues tiene un valor sentimental que me recuerda a mis abuelos, que me lo contaban a modo de historia cuando yo era pequeño.

Además, es uno de los más destacables en el libro, pues representa simbólicamente la inocencia y cabezonería de los más pequeños: Donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes con quienes pienso hacer batalla y quitarles a todos sus vidas. Me recuerda a las alucinantes luchas que todos/as hemos llevado en nuestra imaginación de pequeños.

Con esta aventura, creo que el autor quiere mostrar el gran tesoro que ya no está en los adultos y que tienen los niños/as: la imaginación, la fantasía.

Se trata de una cualidad que vamos dejando poco a poco a medida que crecemos y que merece mucha importancia.

Este texto para mí es la infancia.

PELAYO LOAIZA, 1º de BACH AC

 

Don Quijote, Salvador Dalí, 1945

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